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Hayk Ghazaryán: «Turquía y Azerbaiyán quieren borrar del mapa a Armenia»

Hayk Ghazaryán, miembro de AGBU YP, alerta de los movimientos de Turquía y Azerbaiyán en las inmediaciones de la frontera con Armenia.





Hace 20 años Hayk Ghazaryán (Vanadzor, 32 años) cambió la tercera ciudad más grande de Armenia por Madrid. Actualmente ocupa el puesto de consejero estratégico de AGBU YP Madrid. AGBU YP, llegada a la capital en 2020, es la delegación en España de la Unión General de Benevolencia Armenia (AGBU). La organización sin ánimo de lucro, la mayor de Armenia y presente en más de 30 países, se fundó en 1906 en El Cairo a raíz de los ataques a la comunidad armenia a manos de los otomanos, teniendo como objetivo preservar la cultura armenia. Las siglas YP corresponden a Young Professionals, una rama de AGBU que «funciona como un networking para los jóvenes armenios», afirma Ghazaryán.


AGBU YP aún no posee sede física en nuestro país. Recibe a este medio en las inmediaciones de la embajada de Armenia. Al preguntarle sobre las relaciones entre ambos países, suspira. «Considero que son escasas pero buenas. La comunidad armenia en España (12.058 personas según el INE) crece cada año y eso implica establecer lazos», subraya. La diáspora armenia (10 millones de armenios alrededor del mundo en un país de 3 millones) en España es pequeña. Ghazaryán comenta que uno de los principales puntos de unión es el fútbol. Ni el Madrid ni el Barcelona ocupan las portadas, el protagonista es Joaquín Caparrós, seleccionador de Armenia.


En el terreno político la situación es diferente. Una de las espinas en las relaciones Madrid-Ereván es el no reconocimiento por parte de España del genocidio armenio, donde los soldados otomanos asesinaron a millón y medio de armenios. «Pienso que es difícil que España reconozca el genocidio armenio por los intereses que hay entre ambos países. Las relaciones armamentísticas son un claro ejemplo. Lo importante es que los españoles conozcan la verdadera cara de Turquía», comenta. Al preguntarle por cómo vivió la guerra del pasado año entre Armenia y Azerbaiyán por el enclave del Nagorno-Karabaj asegura que hubo una presencia de los grupos de presión turcos y azeríes para que no se hablase en España del conflicto. «Nosotros hemos contactado con grandes medios españoles y desde arriba dicen que no interesa el tema, cuando ha sido una guerra en la que se han utilizado armas de ultimísima generación», argumenta Ghazaryán. También sostiene que Turquía y Azerbaiyán eligieron unas fechas claves al iniciar el conflicto, al situarse en plena segunda ola del coronavirus en Europa y la preparación a las elecciones de Estados Unidos.


El tablero geopolítico en el Cáucaso es bastante complejo. «Nosotros nos sentimos europeos, pero el trío de regímenes autoritarios de Turquía, Azerbaiyán y Rusia no nos deja. Tiene a los políticos armenios, como decimos en mi país, entre la espada turca y la bota rusa», comenta frustrado Ghazaryán. El consejero de AGBU YP cuenta que a Rusia siempre le ha interesado tener el conflicto en una situación de latencia. El enfrentamiento entre armenios y azeríes en el patio trasero de Moscú ha sido una prueba importante para medir la influencia rusa en la zona. Turquía, como ha sucedido en Libia o Siria, pretende tomar el pulso a Putin.


La Unión Europea ha decidido mover ficha en el Cáucaso y ha iniciado un paquete de ayudas a Armenia sin precedentes. Ghazaryán, a nivel geopolítico, lo pone de manifiesto. «Desde hace un par de meses y basándose sobre unos mapas inventados, soldados azeríes han invadido parte de las regiones armenias de Syunik y Gegharkunik. Han ocupado unos 80 kilómetros cuadrados y quieren legitimar su ocupación. Hay que mencionar también que el dictador de Azerbaiyán declara que prácticamente todo el territorio del sur y del este de la República de Armenia es "Azerbaiyán Occidental". A pesar de todo lo anterior, hay indicios de que Armenia se está recuperado y de que tiene apoyos. Los 2,6 mil millones de euros de ayuda que va a recibir el país de parte de la UE son un ejemplo de ello. Las declaraciones que provienen de parte de Washington y de otros países dan a entender que el trío turco-ruso-azerí no va a obtener todo lo que quería y que el tema de Nagorno Karabaj no está cerrado».


El apoyo armamentístico de Ankara, a través de los drones Bayraktar TB2 o el Anka-S, supuso mover la balanza a favor de Azerbaiyán. Armenia, que pertenece a la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (organismo militar en el que también participa Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán) tendría el respaldo de Moscú, pero Ghazaryán matiza que tanto la guerra como lo que pasó después demuestra que Rusia posee su propio plan, el plan Lavrov. Afirma que después de la Revolución de Terciopelo en 2018 el primer ministro Nikol Pashinián vino mirando a occidente y Rusia dijo le dio la espalda. «El Kremlin prefería que permaneciese la política corrupta heredada de la URSS. Moscú no entiende ser aliado, o eres enemigo o vasallo», sostiene Ghazaryán. A nivel social la situación en Armenia no atraviesa sus mejores momentos. El conflicto se saldó con la vida de más de 5.000 personas (muchos de ellos jóvenes soldados) y la pérdida del 30% del Nagorno Karabaj que pasa a soberanía azerí y vigilancia rusa. Dicho acuerdo, calificado como Pashinián como «muy doloroso», provocó masivas manifestaciones, el descontento en la cúpula militar y unas elecciones.


A mediados de marzo de este año el Ejército de Armenia pedía la dimisión del primer ministro, acto que provocó el anuncio de elecciones anticipadas para el pasado 20 de junio. La opinión de Ghazaryán es que se sabía que iba a seguir. «Las últimas elecciones fueron como había pronosticado. Las fuerzas prorrusas, que han saqueado Armenia durante décadas, no pudieron ganar. A pesar de todo el apoyo de Rusia, del dinero que tienen y de los medios que controlan, apenas obtuvieron un 30-35% de los votos y Pashinyan fue reelegido. La gente, a falta de una alternativa mejor y por miedo a los anteriores, dio una segunda, y última, oportunidad al primer ministro. Pashinián se comportó como una persona normal, es decir, que mira a occidente. Su figura tendría que haber sido de estadista. Sin dar la espalda a Rusia, pero realizó un giro de 180 grados». Sociológicamente Armenia ha cambiado en estos años, como muchos países que algún día pertenecieron a la URSS o fueron sus países satélites. Considera que las actitudes de Rusia «han abierto los ojos a los armenios». «Personalmente hace tres años creía a Rusia, ahora no. Se han comportado de una manera miserable».

El miembro de AGBU YP se alegra de que la comunidad internacional reaccione en respuesta al reconocimiento armenio. 31 países reconocen el genocidio, entre ellos Argentina, Uruguay (ambos con una importante presencia de la diáspora armenia), Francia, Alemania, Italia, Siria o el Vaticano. Las matanzas realizadas por el Imperio otomano se iniciaron en 1915, situándose como el primer genocidio del siglo XX.


Pregunta. ¿Cómo ha sentado en la comunidad armenia el reconocimiento del genocidio por Estados Unidos?


Respuesta. El reconocimiento de Estados Unidos ha sido un paso realmente importante. Mucho trabajo de ese reconocimiento hay que acreditárselo a la diáspora armenia que reside en el país. Países como Francia, India (no lo reconoce) y la Unión Europea (no todos los miembros lo reconocen) comprenden la situación de Armenia. Turquía y Azerbaiyán quieren borrar del mapa a Armenia. Los turcos lo intentaron hace 100 años y Azerbaiyán el año pasado.


P. ¿Cambiará la actitud de Turquía como país heredero del genocidio?


R. Les da pánico el término genocidio. Turquía no reconoce el genocidio ya que no prescribe. Tendría que pedir perdón y reparar el daño, por lo tanto, son miles de millones.

P. ¿Cómo se ve desde Armenia el fin del conflicto?


R. La versión más positiva de Armenia es que lo que quede de la República de Artsaj se independice con mediación internacional, no rusa. Es decir, unos árbitros imparciales. También recuperar el 30% ocupado por Azerbaiyán. Hay que asumir que la región de seguridad ya es imposible de conseguirla.


Ghazaryán opina que si no se lleva a buen puerto este plan habrá una expulsión étnica de armenios en Artsaj. «Equivale a seguir destruyendo el rastro armenio. Eso significa reventar en mil pedazos el arte eclesiástico de la cultura armenia. En Najichevan fue horrible». Después del genocidio armenio en 1915 los otomanos ocuparon la zona de Najichevan a mediados de 1918. En 1920, con la fundación de Azerbaiyán, quedó en dominación azerí. En esta región sobresale otro punto de disputa entre armenios y azeríes. Ilham Alíyev, presidente de Azerbaiyán, pretende construir un corredor desde Najichevan hasta Bardutagh, lo que dejaría inmediatamente a Armenia sin frontera con Irán. «Putin ha prometido muchas cosas a Azerbaiyán. Tanto los territorios, Nagorno Karabaj y el corredor del sur. Azerbaiyán se irá comiendo poco a poco a Armenia, todo con las declaraciones difusas de Rusia», alerta Ghazaryán. «La armenofobia en Turquía y Azerbaiyán es latente desde que son pequeños. Incluso han creado un parque de atracciones del odio», en referencia al Parque de Trofeos Militares donde Bakú expone incluso los cascos de los armenios caídos en combate. «Yo no siento un odio hacia ellos, pero considero que tenemos que aguantar, como hemos hecho siempre. Estamos solos. Rusia vendrá a salvarnos tarde, como de costumbre. Todo ello para quedar bien con ambas partes», zanja.

La visión de Ghazaryán sobre la política promovida por el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, es clara y concisa: «Turquía, desde mi punto de vista, es una amenaza existencial, pero Armenia una parte de su problema. Luego pueden llegar Siria o Chipre. Reconozco que es un país importante, pero no se les puede permitir hacer lo que les dé la gana. Su política panaturquista puede hacer estallar Europa».

«Por lo menos durante dos mil años, los armenios corrieron el peligro de ser totalmente aniquilados. Aún lo corrían en nuestro siglo, aún hasta el año 1920». Así describía el periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski la situación de Armenia en su libro El imperio. El Cáucaso, en 2021, sigue en una situación de permanente inestabilidad. Una región de importancia estratégica por ser el corredor de oleoductos y gasoductos que transportan petróleo y gas natural desde el mar Caspio para el resto del mercado mundial.


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